Leo quería la Luna

«Nunca me había imaginado que la luna pudiera ser así grande. Tenía razón tu papá cuando le decía que no cabría en su habitación. Era tan enorme que abombasa todas las paredes y un trozo se salía por la ventana»

El pequeño Leo quería una cosa con todas sus fuerzas. No, no era un balón de campeón, o un trenecito larguísimo, o un robot inteligente. No era un monopatín súper veloz, ni un dron con radiocontrol. Tenía ya muchísimos juguetes muy bonitos. Quizá hasta demasiados. Su deseo, en realidad, era mucho más peculiar: quería tener la luna entera para él solo. Sin embargo, Leo no se había parado a pensar en la cantidad de problemas que ciertos caprichos pueden dar…

Una historia que enseña la importancia de saber disfrutar serenamente de las cosas más hermosas: las que no se pueden poseer.

 

 

 

 

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