Hay libros que no dejan indiferente a un lector. Son los que muestran la esencia de las cosas. Son los que definen lo que somos o lo que otros han sido. Y para acercarnos a lo esencial es necesario detener la mirada en la memoria. Esto es lo que hace Xuan Bello en estas páginas donde nos muestra lo cercano, la intimidad, sus señas, desde un episodio de la infancia hasta la ciudad lejana en la que ha sido feliz, desde una brisa que acaricia los sueños hasta un bar misterioso al que regresa siempre.
Xuan Bello nos ofrece en «Las cosas que me gustan», con una escritura convertida en hilo para anudar lo que no debe extraviarse, su capacidad para descubrir la geografía más fiel, Paniceiros, pero también otros lugares necesarios, como Lisboa o Coímbra; su pasión por los mapas o el amor por los viejos puentes, el de Bustavil o el de Brooklyn; su forma de contarnos cómo llegó Diego Valdés de Lubarca a las costas occidentales del Japón o las historias de otros personajes.