«Nunca había visto esa parte de la isla, la torreta y la verja, ni los guardias con fusiles que vigilaban, ni los cientos de hombres que esperaban detrás de ellos, con el hambre y el miedo en sus miradas. Desde nuestra casa, sólo se veían unos árboles y el puente. Nada más. Las cosas no siempre son como parecen».
La isla de S. Simón fue, durante la guerra civil, cárcel y campo de concentración para más de seis mil hombres inocentes. Muchas fueron las mujeres que, desinteresadamente, ayudaron a hacerles más soportable la condena llevándoles comida y ropa limpia a la isla.